PERFIL

sábado, 17 de octubre de 2009

La caja de cristal - segunda parte


Redonda, transparente y pequeña como la palma de su mano era la caja de cristal que había encontrado esa tarde dentro de la valija. Tenia una tapa que terminaba en punta dándole una forma triangular y al verla a través del sol reflejaba los colores del arco iris. Era algo realmente hermoso de ver y algo que definitivamente Serafina quería conservar. El sol comenzaba a ocultarse lo que indicaba que era hora de volver a casa y volver a casa significaba dejar ese nuevo y curioso mundo de lado y volver a la realidad, a su familia y a su rutina diaria así que Serafina guardó todo lo que había encontrado y escondió la valija dentro de una pequeña cueva a la cual cubrió con hojas de palmera. Escondió muy bien todo excepto las fotos y la pequeña caja de cristal que al ser pequeñas podía esconderlas facilmente entre su ropa y llevarla a casa sin levantar ninguna sospecha. Camino a su casa se encontró con todos sus vecinos que acababan sus jornadas y regresaban también a sus casas junto a sus hijos luego de un largo día y entre ellos se encontró con Dean que venia muy amistosamente a saludarla. Dean era descendiente de uno de los fundadores de la aldea, su familia era una de las mas importantes y respetadas del lugar y era el sueño de toda niña que vivía allí no solo por su posición social si no también por su apariencia su pelo negro, sus ojos verdes y el porte y los modales de una persona importante. Siempre impecable, siempre simpático, siempre rodeado de personas y todo lo que hacia lo realizaba perfectamente lo cual lo hacia un muy buen partido. Ese era el ultimo año de Dean por lo tanto todas las adolescentes del lugar estaban pendientes de todo lo que el hacia y buscaban mil maneras de llamar su atención para que el las eligiera como futura esposa, aunque por otro lado se corría el rumor de que sus padres serian quienes le elegirían pareja por lo tanto las jóvenes hacían todo lo que podían para caerles en gracia a los padres de Dean, en fin todo aquello que podían hacer lo hacían. Pero la realidad de todo era que a Dean le gustaba mucho Serafina, la veía como la mujer adecuada para ser su esposa ya que se destacaba en todo lo que hacia y también era muy hermosa al igual que el, serian la pareja perfecta era lo que siempre el pensaba y tenia toda la intención de declararse en la fiesta de ese año, incluso había hablado con sus padres los cuales le dieron su aprobación. Esa tarde Dean vio a Serafina y decidió ir y hablarle y comenzar a acercarse a ella poco a poco hasta ganársela por completo, o por lo menos esa era su idea. El corrió hacia donde estaba ella y la saludó con una sonrisa de oreja a oreja pero no alcanzo a decir una sola palabra porque ella venia tan apurada y nerviosa que no se percató de su presencia y lo único que el pudo hacer fue mirar como se perdía rápidamente en su camino. Serafina sentía toda la adrenalina corriendo por sus venas, nunca le había ocultado nada a nadie y tenia tantas ganas de contarle a alguien sobre su descubrimiento pero sabia que contarlo seria problematico por lo cual llegó a su casa, le dijo a su madre que estaba muy cansada y que no iba a cenar y se encerró directamente en su habitación. Realmente se sentía cansada, ese día había sido muy agotador con todas las actividades que tuvo que realizar y luego la emoción de su gran descubrimiento que la hizo pensar hasta que le dolió la cabeza. Se recosto sobre su cama y con ambas manos sostenía la pequeña caja de cristal y las siete fotografías a las que no podía dejar de mirar. Una vez mas las preguntas comenzaron a rondar en su cabeza, como suaves susurros en su oído, sentía tanta curiosidad al punto de desear con todo su corazón conocer esos lugares y ver con sus propios ojos aquello que reflejaban esas fotografías cuando de repente la pequeña caja se abrió.

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